Hasta el jueves, Manolo (En la muerte de Manuel Alcántara)
Diario SUR 18 abril 2019
Manolo, estoy aquí
abajo. ¡Ahora mismo!, responde diligente. Hoy he relevado a Juan López Cohard
para recogerle. No sé si toca el “María” o
“El Cobertizo”. Aparece con paso lento por la puerta de su casa del
Rincón y se maravilla de que se pueda abrir la cancela con un mando a
distancia. Éste y el fax para mandar el artículo diario al SUR son los dos
únicos artefactos de la modernidad que ha consentido asimilar. Teodoro León
Gross, el auténtico Max Brod de su obra, intentó enseñarle a escribir en un ordenador,
sin éxito, porque para lo ignoto ya estaba Dios, y con Éste ya conversó en sonetos celestiales.
Empieza el
tratamiento semanal de vivioterapia.
Sartre escribió en “Huis Clos” que el infierno eran los otros. De
conocer a Manolo hubiera sabido que los otros también pueden darnos la vida.
Manolo es una cámara hiperbárica de vida y hoy toca sesión, que comienza con el
“dry martini”. Seguimos el consejo de Dorothy Parker grabado en los reposavasos
del hotel Algonquin de Nueva York: uno o dos a lo máximo, pues con tres podremos estar bajo la mesa, y
cuatro…¡bajo el anfitrión!. El Maestro se jacta de haber creado una
selecta cofradía de este brebaje. ¡Qué
bien los hace Garci…pero sobre todo., qué bien los hacía Alfredo Landa!. También
Pedro Aparicio. Pasamos al restaurante,
siempre en la misma mesa sobre la que ha consolidado sus derechos sin que nadie
en este mundo los ose discutir. Empieza su deslumbrante despliegue de las
cuatro potencias del alma: memoria, entendimiento, voluntad …y hígado. Coincidimos con San Agustín en que la más
importante de todas es la memoria, porque sin ella no hay pensamiento ni voluntad. Pero en
su fuero interno piensa que la principal
es el hígado, un buen hígado que lo aguante todo y no nuble ni la memoria ni el entendimiento. En cuanto a la
voluntad, se tiene a sí mismo por un “vago
profesional sin carné” porque ha trabajado todos los días atado al deber de su columna, y “lo bueno del deber cumplido es
que ya no tienes que cumplirlo”. La memoria, su prodigiosa memoria, nunca ha
sido aliento de nostalgias sino territorio de afinidades, o sea, una patria.
Con esa memoria nos encontramos un día en un pasado que habíamos vivido pero
sin coincidir, él en activo, yo de oyente. Es el pasado presente de un fabuloso
Madrid de los sesenta, ya entonces
alejado de las cartillas de racionamiento- “el best seller” de la época, le
llamaba- y avizorante de un hoy convulso
que le hace temer haber vivido una existencia
capicúa, de los horrores de postguerra a
los errores de ahora. Ese Madrid de la calle Larra, de El Puchero, del Marca y
del diario Arriba, de donde se va cuando vetaron a Ramón Gómez de la Serna, y cuando irse así era peligroso y qué coño sabrán
estos imbéciles de hoy lo que eran fascistas de verdad. Cuéntanos, Manolo, qué sentías cuando estabas
con Neruda en La Sebastiana o en Isla
Negra. Cómo fue tu comida con Borges, tus largas tertulias con Camilo,
con César, con Di Stéfano, con Garci, con Luis Rosales, el bondadoso Gerardo
Diego, tus vecinos Josefina e Ignacio Aldecoa….¡con los boxeadores!. Qué
emoción de maletilla siento cuando descubro que tú pertenecías al grupo de los
poetas de los 50, con Eladio Cabañero,
Ángel Crespo o Gabino Alejandro Carriedo a los que yo, por mi cuenta,
también conocía, fíjate. Amigos compartidos de un Madrid añorado que nos enseñó
a ser hospitalarios. No ha habido día en
que no aparezcan más amigos y vivencias comunes ampliando esa red, entretejida
de pasado y presente, de vivos y muertos, de vida y literatura, de toros,
fútbol y boxeo, de gravedad y jolgorio…
Tu memoria, Manolo, daba sentido a la mía, y en ella empecé a reconocer una España vibrante y
contradictoria, tensada por las fuerzas del cielo y del infierno. Sí, reconocía mi infancia, mi adolescencia, mi
educación sentimental, o sea, NUESTRO tiempo, tanto aquel que un día nos
perteneció como este prestado de ahora que vivimos como generosa propina y no
poco desconcierto.
Ya hemos terminado el
jamón -“el mejor amigo del hombre”- y vamos con “el combate de fondo”. Tal vez unos callos a la madrileña. Ha caído
una botella de Rioja y seguimos brincando por las noticias del día y los
sonetos de Quevedo. Una finta de la
conversación te lleva a recitar unas estrofas de “El rayo que no cesa” o el “Canto
General”. Y yo te respondo con “Manera de silencio”, porque entre las mil
mejores poesías de la lengua castellana están las tuyas, transparentes y profundas como poza en un
torrente alpino.
Mientras sorbes la
copita de Jaegermeister –digestivo de vikingos- aprovecho y te escudriño. Paco
Umbral, que no admiró a nadie excepto a ti, dijo que cada día te parecías más a
tu bigote. Puede. Pero creo que con las añadas te pareces más a tu noble nariz
de púgil pegada a tu cabeza de tribuno, aureolada con una melena de volutas grises, a
juego con el humo del cigarro que te aviva el seso y despierta. Porque hace
tiempo que tus párpados claudicaron y te dejaron despierto para siempre. No
pudieron resistir el brillo acharolado de tus ojos de ónice, como el negativo
del búho que se reencarnó en ti para que le enseñaras las verdades de la noche
a quien quiera saberlas. No sé quién
eligió a quién. Los esotéricos dicen que el simbolismo del Búho alude a la
clarividencia, a ver detrás de las
máscaras, al enlace entre el mundo oscuro y el de la luz. Contigo no hay
máscaras ni sombras, sólo luciérnagas titilando en el fondo de una copa de
balón. Esas luciérnagas se llaman “palabras”,
su concierto, LITERATURA, y sirve para crujirnos con una sonrisa o una lágrima,
según la ocasión y los antojos del espíritu.
Pero hoy mi espíritu
no está para antojos, así que…hasta el jueves, Manolo. Hasta todos los jueves
que nos quedan por vivir.
Salvador Moreno Peralta
ResponderEliminarMi Querido y siempre siempre recordado Salvador: Finalmente,“La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados” – Jean Paul y que mejor que enmarcar esta última frase cual si fuera una bocanada de aliento…. hasta todos los jueves que nos quedan por vivir!!!!
Estamos con todos en la Madre Patria, con los cercanos y lejanos, siempre contigo, siempre aquí.
PD. Capitán, no abandones esta botella de náufrago generadora de vida, generadora y motivadora de enriquecedores pensamientos y transporte a momentos memorables, con ella la distancia no existe y el tiempo pasa lento; solo comparable con el tiempo durante la niñez; lento y mágico!!!.
Fuerte y fraterno abrazo Colombiano!!!
Misslen.